Por Nael Ramírez Domínguez
Militante de Jóvenes Por el Socialismo - Oaxaca.
Ayer en bastos medios de comunicación masiva se exponía las declaraciones del Viceministro de Defensa colombiano Sergio Jaramillo, el cual sostenía que las FARC-EP son los abastecedores de drogas de los cárteles de narcotráfico en México, estas declaraciones de que la guerrilla colombiana son “terroristas”, “narcotraficantes”, son comunes en toda la verborrea del gobierno colombiano con el claro objetivo de legitimar sus acciones autoritarias y como telón para encubrir los asesinatos de lideres sindicales y militantes de izquierda en Colombia, pero estas declaraciones en México, país que pasa por una seria crisis de criminalidad emanada del narcotráfico y que tiene como causa sustancial el empobrecimiento extremo como resultado de las políticas neoliberales, vienen a tratar de legitimar las acciones de represión y encarcelamiento hacia aquellos hombres y/o organizaciones que se solidarizan con la lucha del pueblo colombiano, con esa lucha por la liberación nacional y por la construcción del socialismo.
Así, en México, en voces del Presidente Felipe Calderón se ha dicho que hay una guerra sin cuartel contra el crimen organizado, contra los “enemigos de México”; pero bastaría pensar, ¿a que le llaman crimen organizado?, ¿quienes son los enemigos de México?, ¿serán los narcotraficantes y secuestradores?, ¿serán aquellos que maniobraron para hacerse de dinero mediante el FOBAPROA?, ¿serán los políticos neoliberales que obedecen a intereses ajenos a los de la nación mexicana?, o ¿serán campesinos, obreros, estudiantes que se ven forzados a tapar carreteras, obstruir entradas a edificios públicos todo por la sordera del gobierno hacia los reclamos populares?, o ¿serán todos los grupos organizados que luchan por cambiar el status quo?, amenaza clara para aquellos privilegiados del actual régimen.
Esa categorización de “crimen organizado” y de “enemigos de México” claramente responde a los intereses de quién los vocifera, en las voces de un gobierno reaccionario como el actual, esa categorización es muy peligrosa ya que es utilizada como arma de represión contra los disidentes al sistema, tal como “terrorismo internacional” significa en boca de George Bush eliminar gobiernos que a sus intereses convenga.
En México cada día más nos acercamos hacia un Estado fascistoide, en el cual la amplia gama de grupos organizados, desde aquellos que secuestran por dinero, aquellos que comercializan drogas, aquellos que luchan por mayor presupuesto a la educación, aquellos que piden trabajo y mejor salario se ven como grupos similares si no se apegan al “Estado de Derecho”, tan evocado por el gobierno y tan poco respetado por ellos mismos.
Entonces, con un discurso gubernamental no específico, con inculpación de hechos a referentes vagos, con proclamas ambiguos, lo que hace el gobierno neoliberal panista es tejer el telón poco a poco, telón que utilizará para encubrir sus acciones de represión y eliminación de sus verdaderos enemigos, sus enemigos de clase, aquellos que no intoxican a jóvenes sino a aquellos que los hacen entender la realidad para cambiarlo.
En ese sentido, la declaración del Viceministro de Defensa colombiano en México viene a reforzar la estrategia del gobierno federal, el dar sustento a posibles involucramientos con el narcotráfico a aquellos mexicanos que se solidarizan con las luchas de emancipación de los pueblos, y en especial del pueblo colombiano, así mismo esa declaración busca minar la simpatía de los mexicanos hacia la justa lucha guerrillera colombiana, busca por todos lados desacreditar a las FARC-EP ante la comunidad internacional, busca que el pueblo mexicano vea con malos ojos la insurrección de un pueblo hermano, el pueblo colombiano.
La estrategia de relacionar a las FARC-EP con los cárteles de la droga en México no hacen más que dar pie a la búsqueda de personas relacionadas ideológicamente y solidariamente con el grupo insurgente colombiano para así intimidarlos y posiblemente inculparlos de delincuencia organizada, la estrategia política no es otra, es acabar a como de lugar la simpatía por la lucha revolucionaria.