México no puede tolerar el crimen, la extraterritorialidad ni el injerencismo del gobierno colombiano
Por Santos Urbina
Por si fuera poco todo lo ocurrido a partir de la incursión y ataque del ejército de Colombia en territorio de Ecuador contra un campamento de las FARC, donde perdiera la vida una veintena de personas entre las que se encontraba el comandante guerrillero Raúl Reyes y su compañera, Olga Marín, —asalto criminal cometido en flagrante violación de las normas más elementales de la convivencia internacional y la dignidad humana—, distintos medios informativos de México han iniciado una campaña de acoso y linchamiento contra jóvenes universitarios y organizaciones mexicanas supuestamente ligadas a la organización guerrillera colombiana.
Información reproducida en los medios periodísticos a partir de acusaciones proporcionadas por supuestos “agentes de la inteligencia colombiana” que operan en México en colaboración con la “inteligencia mexicana”, donde se acusa a estudiantes y organismos civiles mexicanos de realizar actividades subversivas en colaboración con las FARC, aderezando infames imputaciones que los mismos medios ya habían publicado en otras ocasiones, con referencias injuriosas que en su momento fueron desmentidas por autoridades universitarias, funcionarios y entidades involucradas.
Esa tendenciosa inquisición sale a la luz pública en distintas coyunturas, ya sea para justificar la clausura de las oficinas de las FARC en México; ya sea como forma de presión para promover que las autoridades mexicanas le endilguen al grupo guerrillero más antiguo del Continente el estatus de “terrorista” que los gobiernos de Estados Unidos y Colombia le imputan para oponer su terrorismo de Estado; ya sea para levantar infames cargos contra el principal contendiente mexicano a la Presidencia de la República, Manuel López Obrador, con la pretensión de involucrarlo con los grupos alzados en Colombia y crear una atmósfera de miedo a su alrededor para restarle votos y simpatías.
Hoy, luego de que se conoció que la joven universitaria azteca, Lucía Morett, resultó herida en la masacre urdida por el presidente Álvaro Uribe en contra de las FARC en la frontera con Ecuador, todo parece indicar que, de acuerdo a informaciones periodísticas no desmentidas, contando el patrocinio de la embajada de Colombia en México y, concretamente de su embajador Luís Camilo Osorio, se asegura que el injerencista e ilegal espionaje del gobierno colombiano en México tiene el aval de su contraparte mexicana.
Sin embargo, es evidente que las recientes acusaciones mediáticas infamantes en contra de mexicanos es una cortina de humo para desviar la atención del crimen cometido por el gobierno de Colombia y, en lo particular, para justificar el asesinato de connacionales que se encontraban en el lugar de los hechos, según publican los medios. Esto es totalmente inaceptable, por lo que causa extrañeza la actitud tolerante y displicente de las autoridades mexicanas encargadas de preservar la integridad de los ciudadanos mexicanos afectados y los interese de nuestro país.
La interesada pretensión de hacer extraterritorial el clima de sospecha, desconfianza, clandestinidad, incriminación, persecución y mentiras que tristemente vive Colombia promovido por el gobierno de Álvaro Uribe a pretexto de combatir el "terrorismo" no puede tener cabida en México, un país con historia y vocación guerrillera; donde los principales próceres fueron ejemplares guerrilleros, como Morelos, Guerrero, Zapata y Francisco Villa, por citar algunos de tantos héroes nacionales que formaron a esta grandiosa nación; o el ejemplo temprano de solidaridad internacional representado por nuestro ilustre héroe mexicano Francisco Javier Mina, aquél joven español Navarro que, invitado por Fray Servando teresa de Mier, desembocó en Soto la Marina, en 1816, al frente de 200 hombres de distintas nacionalidades procedentes de Inglaterra y Estados Unidos para sumarse a la lucha de independencia que entonces continuaba otro insigne guerrillero, Don Pedro Moreno, ofrendando su vida por nuestra patria a la temprana edad de 26 años.
Acaso se puede ignorar el origen del actual Ejército Mexicano nacido en la lucha guerrillera que desembocó en el poderoso movimiento social revolucionario de 1910 – 1917, que derrotó el ejército de casta que sostenía la anquilosada estructura feudal de la dictadura porfirista, o que, hoy mismo, representantes populares y dirigentes sociales mexicanos que participan en distintas instancias de la representación nacional militaron en organizaciones guerrilleras y luego se incorporaron a la vida política legal.
En México no tiene cabida el ilegal espionaje y la incriminación de mexicanos que simpatizan o estudian la lucha que libra el pueblo colombiano por lograr la paz con agrado del pueblo y liberarse del yugo imperialista; mucho menos la pretensión de extender el Plan Colombia a México, criminalizando las actividades legítimas de mexicanos en uso de sus derechos políticos y humanos. A México y Colombia los une una hermandad histórica, una fraternidad que resiste los embustes infamantes que hoy enderezan los representantes de los intereses militaristas yanquis.
Aquí tenemos la libertad de pensar en lo que se nos pegue la gana y publicarlo si queremos; como por ejemplo que Uribe, es una criminal comprobado, un cínico mentiroso que ha puesto en riesgo la seguridad internacional; un personaje que no tiene el más mínimo derecho a invadir otros países con el pretexto que sea, ni espiar a mexicanos en nuestro propio territorio; mucho menos a pretender justificar la muerte de nuestros compatriotas que, según las partes informativas fueron victimados en el artero ataque colombiano del 1° de marzo, y no por ello somos terroristas.
México, 7 de marzo de 2008.
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